Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

domingo, 24 de abril de 2011

Dibujando a escala

Un retrato siempre es un buen regalo por la sencilla razón de que no hay nadie que no se quiera a sí mismo. La demostración está en que cuando nos enseñan una foto de grupo al primero que buscamos es a nosotros mismos. Basándome en este principio básico del ego lo que hago si quiero regalar algo y quedar bien es hacer un retrato. Como el que le hice a mi sobrina por el día de su primera comunión y que aquí explico paso a paso.
Lo primero es buscar la pose ideal para el cuadro que queremos. Yo hice una pequeña sesión de fotos. Tiré unas cuantas y al final me quedé con estas dos:






Las dos me parecían buenas y cualquiera de ellas hubiera servido, pero me decanté por la última por la sensación de la mirada perdida, que siempre da un halo de misterio a los retratos. Cuando tengo la foto lo que hago es imprimirla en un folio normal y dividirla en cuadrículas para poder medir la proporción del rostro en aras de poder traspasar el retrato lo más fielmente posible al original. Las medidas del cuadro eran de 100cm de alto por 70cm de ancho. Una vez hechas las medidas en la copia se pasan al original. Todo es empezar por cuadricular.



Poco a poco lo que voy haciendo es medir distancias con respecto al cuadro delimitador de la cara y voy trazando cruces en los puntos donde deberían ir la nariz, la boca, los ojos etc. Cuando esto está hecho hay que ir trazando el dibujo con cuidado e ir definiendo líneas.




Aquí os dejo un ejemplo donde se puede ver la copia que usé para medir la proporción y traspasarla al dibujo final. Al fondo se ve el mismo dibujo hecho sobre un lienzo, para soltar la mano.




Una vez delimitado el contorno de la figura lo que hago es empezar a sombrear las zonas más visibles, ojos, labios... tal como se muestra en las dos fotos de abajo.






Lo siguiente es sombrear bien la cara. Procuro hacerlo así porque como el dibujo es a lápiz y la mano pasa por encima de todo el papel si me pongo a sombrear el pelo, que es la parte más externa del dibujo, la mano arrastra el lápiz engorronando el dibujo.



Cuando lo de dentro está bien definido, empiezo con los detalles del pelo. Para no cansarse hay que usar lápices de distintas durezas y así no hay que apretar para sombrear con distintos tonos.



El dibujo va tomando forma al tiempo que las sombras de los lápices lo rellenan. Para que el dibujo quede lo más limpio posible siempre procuraba poner tiras de papel debajo de la mano con la que iba sombreando para que al arrastrar el lápiz no me llevara con el sudor el dibujo por delante. Otra herramienta útil en este tipo de dibujo es el algodón. Lo uso para difuminar el lápiz y distribuirlo uniformemente por la superficie del papel. Para este fin, y para las zonas más detalladas como pestañas o labios, también usaba bastoncillos.



Pero claro, siempre puede surgir cualquier otro imprevisto, como que el dibujo te quede muy bonito y el fondo te salga más chungo que un ocho que es lo que me pasó a mí. Tranquilidad que para eso inventó Dios el cutter. ¡Con cuidado!



Ajá, echo el apaño se compra otra lámina con el mismo tamaño y se pega el dibujo encima procurando que no se salga el pegamento. No tengo una foto del resultado final, pero juro que no se nota.

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