Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 24 de febrero de 2012

Los Escritos 22



Cuando dibujo una cabeza humana siempre lo hago empezando por una oreja. No es un capricho. Las orejas se parecen mucho a los fetos, el génesis de la vida. En aquella historia corta de Jean Giraud (Moebius) titulada ¿Es bueno el hombre?, el protagonista se ve asediado en un planeta lejano por una raza extraterrestre que lo acaba atrapando. En el asalto, uno de los marcianos le arranca una oreja de un mordisco para, acto seguido, escupirla asqueado. El extraterrestre no sólo estaba mordiendo una oreja, estaba probando el gusto de la humanidad entera y no pudo soportarlo. Aparte de esta rebuscada pesquisa, y para ser realistas, debería decir que las orejas marcan la posición que los elementos de un rostro deben ocupar en el global de la cabeza. La belleza, como casi todo, se puede medir. Y si usted es de esas personas que se ven bien al natural y que por alguna extraña razón siempre apararecen desfavorecidos en las fotos, sepa que es porque sus números no cuadran correctamente. ¿Que qué quiere decir esto? Ya lo he dicho antes: la belleza se puede medir. Y las matemáticas no engañan.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Proyecto Renna

Aquí tenéis un poco de información sobre este proyecto de Jose Antonio Rubio y Dani Zarzuelo que a partir de hoy busca financiación para salir adelante en su publicación. Si tenéis a bien pasaros por la página de Verkami y donar un dinerito para el proyecto os aseguro que no os arrepentiréis ya que he tenido el honor de rotularlo y es un cómic altamente recomendable. Y si queréis saber más sobre el proyecto podéis pasaros por el blog de Renna.

jueves, 16 de febrero de 2012

Los Escritos 21



Yo estaba hecho para el escenario, hecho para salir de detrás de la cortina. De eso estoy seguro. Yo estaba hecho para las multitudes, para soportar que todas esas manos me tocaran. ¡Oh! Por favor, madre, enorgullécete. Por favor, padre, discúlpame. Ya sé que me dijiste que nunca me ganaría la vida de esa manera. Pero yo estaba destinado a vivir así. ¿Alguna vez lo dudásteis? Y mientras los focos se desvanecen y vuelvo lentamente a retomar mi camino, me doy cuenta de que yo siempre estuve hecho para el espectáculo. En mi nacimiento, los cielos me regalaron el estrellato. Brillaron rayos de luz, como si mis pecados fueran perdonados. Yo estaba hecho para el aplauso, hecho para la burla. Nada más que el destino mismo ha guiado siempre mis decisiones. Hecho para vivir entre tablas y textos. Hecho para la imagen. ¡Oh! Por favor, madre, ya sé que me marché de casa. Por favor, padre, perdona por tomar a otros como modelo. Pero yo estaba destinado a vivir así. Yo estaba hecho para el escenario. Hecho para el espectáculo...

lunes, 13 de febrero de 2012

La Conexión

En la revista digital Exégesis podéis leer el relato de Raúl Sánchez para el que hice una ilustración que coloreó el artista Nishart. Ciencia ficción en estado puro. Desde aquí, gracias a Peio por la posibilidad de colaborar con ellos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Los Escritos 20



-¡Vaya, C.! No sabía que te interesara la música.
-Llevo estudiándola desde niño. Mi padre me hacía repetir las escalas durante dos horas todos los días. Empecé aprendiendo melodías enteras de memoria hasta que tuve la destreza suficiente para dominar el lenguaje de los pentagramas. En ese nivel, el texto musical es como cualquier libro.
-Te refieres a que puedes leer la música en la partitura.
-Sí, pero la verdadera dificultad radica en la "metamúsica".
-No había oído hablar de eso.
-Verás, los libros se componen de texto y de metatexto: aquello que está por encima de las palabras y que se expresa a través de figuras, referencias, estilos, y significados ocultos, relacionando el libro con el lector primero y con otros libros luego. La música funciona a un nivel parecido.
-¿Y a ese nivel, la música suena distinta?
-No, no, a ese nivel ya no se oye música.
-¿Entonces qué, C.?
-Los números, B. Se oyen los números. Aquellos de los que se compone el universo y sus misterios. Su cadencia es tan hermosa y tan terrible... Si pudieras escucharlos B... si pudieras... No, no, es imposible. Tú no.
-¿Por qué yo no? ¿Qué quieres decir?
-¡Ja, ja! No me hagas reír B. Te volverías loco. Tú sólo eres un hombre por el amor de Dios.

sábado, 4 de febrero de 2012

Star Trek

Desde el universo de Action Tales salió este encargo para una portada de Star Trek basada en la famosa portada de los X-men "Días del futuro pasado". Muy divertido homenajear portadas así. El fantástico color corre a cargo de la artista Carolina Bensler.



viernes, 3 de febrero de 2012

Los Escritos 19



El camino de lo que fue se vuelve confuso. Todo empezó en el pasillo, con aquel murmullo. Después fingió tropezar y se me abalanzó por la espalda cuando me marchaba a casa. Le dije que me había asustado y ella se cogió las ropas por el pecho cerrando el puño delante del corazón como para querer acallarlo. Cuando le hablé parecía que le faltaba el aire y como no contestaba, yo seguí hablando. Siempre esperé que el secreto significado que sus ojos me transmitieron una y otra vez se me apareciera tan claro como la luz de unas velas. Esas velas iluminarían mi camino, esa luz de velas que atraviesa la oscuridad como estrellas vivas que crepitan y se retuercen confusas, acompasadas por un ruido de incesantes martillos.

jueves, 2 de febrero de 2012

La Ruta Joyce

“La ruta Joyce es un cuaderno de viaje,…” reza la contraportada de este cómic escrito y dibujado por Alfonso Zapico y editado por Astiberri. Puede, pero en realidad yo creo que el cuaderno de viaje sirve como excusa para un propósito diferente, quizás no mayor, quizás ni siquiera oculto, sino simplemente diferente. La ruta Joyce es un ejercicio de exorcismo del autor para el autor. No sé si esto suena bien o mal, aunque mi intención, sin duda, es que suene bien. Para alguien que se ha propuesto ilustrar la vida de un autor tan grande y tan pasado de moda como James Joyce sólo cabe una pregunta, la misma que el autor se hace a través de su propio personaje a lo largo del libro: “¿y si todo sale mal?” Porque hoy día ¿quién quiere leer sobre la vida del señor Joyce? Y habrá alguno que pueda hasta preguntarse: ¿pero y este Joyce quién es? La respuesta nos la brinda el autor en su primer libro sobre este tema: Dublinés, obra que recomiendo encarecidamente a los amantes del cómic, de la literatura o simplemente a aquellos que disfrutan cuando leen un buen libro. Pero no quiero hablar de Dublinés. Creo que Dublinés se basta por sí sola para auto justificarse y la vida del autor que retrata es tan fascinante y su obra tan grande que no hace falta añadir nada más. En cambio sí me gustaría hablar de La ruta Joyce, porque en este libro pasa algo fascinante, justo aquello que siempre pasa con los libros de viajes: que aunque el protagonista parece perseguir un propósito, en realidad el propósito no es otro que encontrarse a sí mismo. Desde la Odisea, generalmente considerada el primer libro de viajes, hasta el Ulises, el tema siempre es el mismo: el periplo del héroe en busca de sus propios fantasmas. En los libros de viajes siempre se persigue a un fantasma. Le pasó a Ulises, le pasó al Quijote, le pasó a Leopold Bloom y ahora le pasa a Zapico, al Zapico personaje, ese Zapico que se encuentra con la alegoría de su yo retratada en Joyce con el que se cruza por las calles de Trieste. Pero como el propio narrador nos señala: “Él va en la otra dirección, así que cada uno sigue su camino.” Quizás consciente o inconscientemente, el autor refleja la imposibilidad de encontrar la figura de Joyce en las ciudades que recorre, siquiera su influencia, siquiera su obra. Parece que en la Europa actual, tan preocupada por la vorágine económica que la zarandea y por potenciar un turismo como de fábrica, perseguir la figura de un autor, de un genio, sea una causa perdida y hacerlo a través de un medio como el cómic, tan denostado por la cultura con mayúsculas, quizás presuponga un riesgo aún mayor. En La ruta Joyce se vislumbran tan pocos lugares que recuerden al autor perseguido, que Zapico, hastiado de una búsqueda infructuosa, llega a exclamar a través de su personaje: “¡Maldito seas, Joyce! (…) ¿Todo para qué? ¡No merece la pena! ¡Te odio! ¡Te odio!” que no es más que el grito ahogado de un autor que repara en lo imposible de su empresa. Porque Joyce no está en Dublín, ni en Trieste, ni en París, ni en Zúrich. Joyce ya sólo se encuentra en sus libros, a los que, por fortuna, todos podemos acudir en su búsqueda. En La ruta Joyce, Zapico pone al descubierto las dudas del autor que acomete una obra, las dificultades que se derivan de las decisiones que tomamos con respecto a nuestro trabajo y que afectan a nuestras vidas. En La ruta Joyce encontramos el viaje de un autor que recorre Europa en busca de la justificación o quizás el ánimo necesarios para emprender su propio camino creativo. ¿Ha merecido la pena?, se pregunta el autor. La respuesta se la da el propio Zapico al final del libro usando un paralelismo entre la obra de Joyce y su búsqueda personal. Aunque su pregunta, quizás lanzada al aire para ser respondida por cualquiera, también deberíamos reponderla los lectores. Y como público respondo: sí, merece la pena. Porque en La ruta Joyce hacemos un viaje para encontrar a un gran autor, pero, paradójicamente, no se trata de Joyce.

miércoles, 1 de febrero de 2012

El dibujo de Febrero

El dibujo de este mes fue un encargo de Action Tales para la serie de Los Invasores. Os dejo la versión en blanco y negro primero, luego la ilustración coloreada por el gran Mario Zimprich con sus correspondientes rótulos y por último los bocetos que usé para los personajes que aparecen en ella.