Yo estaba encuadrado en filas que se adentraban en la mañana, fuego sobre yelmo y estribo. Adelante, en la mirada y en la sangre la batalla, a rienda suelta. Quizás por la noche nos envolverían marchas triunfales. Quizás estaríamos tirados en cualquier lugar entre cadáveres. Pero antes de hundirnos y desaparecer nuestros ojos arderían y se saciarían de mundo y de sol.
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