Los lotófagos han atrapado la
memoria de toda mi tripulación aduciéndonos un espeso sueño del que todavía no
hemos podido despertar. Mis hombres están seguros que es mejor quedarse aquí;
dicen que ya nadie nos recuerda en la patria de la que partimos. Aquí no
existen los problemas o las preocupaciones. Aquí todo es bello, tornadizo,
liviano. Hay comida y mujeres de rojas y pulposas vulvas. Una calidez invisible
nos envuelve y nos habla: "no partáis", nos dice. Deseo quedarme. Lo
deseo tanto que por momentos olvido quién soy. Y al hacerlo soy feliz. Dos
pechos se acercan a mí para amamantarme. Tomaré de ellos y después comeré esta
extraña flor de la que me he estado alimentando desde que llegamos aquí. Le diré a mis
hombres que hagan lo propio: que tomen lo suyo como suyo y que olviden el pasado
o lo que vendrá. Todos queremos quedarnos. Seremos felices... sin saber quiénes
somos.
¡Odiseo! qué bueno Juan...
ResponderEliminarGracias Roberto. Siempre me gustaron los viajes de Ulises.
ResponderEliminar