Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 21 de octubre de 2011

Los Escritos Irregulares 4



En la época en que bajábamos al río se podía encontrar casi cualquier cosa entre el légamo. M. desenterró una figura de madera articulada con traje de marinero. Estaba muy deslustrado a causa de la humedad y sus facciones, apenas unos puntitos por ojos y un par de líneas por nariz y boca, casi se habían borrado del todo. Aún encontró un par de cosas más: algo de chapa y una estructura vacía que simulaba la carrocería de una camioneta azul. A mí me parecía peligroso remontar los márgenes del río de aquella manera, pero el río tenía voz propia y nos llamaba a todos para que bajásemos a arrodillarnos en sus orillas y a mirar en la superficie de su sucia agua unos rostros que nunca alcanzábamos a ver con nitidez.

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