He cogido un taxi para llegar al piso en el
que me han citado. El taxista no ha dicho una palabra en todo el camino. Yo
tampoco. ¡Oh!, perdonad, no me he presentado. Me llamo... bueno, en realidad
pronto descubriréis quién soy y cuál es mi historia, así que el nombre tampoco
importa mucho. Además, en mi profesión nadie usa su verdadero nombre. Algunos
escogen uno y lo usan siempre. Yo prefiero cambiar. Hoy me podéis llamar D.
Como decía, he cogido un taxi. Le he dado
una dirección apuntada a mano en un papel y en quince minutos me encuentro ante
la puerta del bloque donde me espera Víctor. Nos habíamos conocido unos días
antes en una zapatería. Yo trataba de encontrar unos zapatos italianos a un
precio decente cuando Víctor se sentó a mi lado. Se presentó y después de
tantearme un rato con alguna que otra pregunta banal, me presentó a su novia.
Me invitaron a un café y me propusieron hacer un trío con ellos. Bla, bla, que
si somos de mentalidad abierta, bla, bla, bla, que si las relaciones monogámicas
son antinaturales, bla, bla, bla, que yo les había gustado a los dos. Les dejé
soltar toda su parrafada. Me bebí tranquilamente mi café y cuando terminaron
les pregunté si era la primera vez que lo hacían. Me dijeron que sí al unísono.
Miré a la chica, que estaba bastante bien y le sonreí. Miré al chico, que tenía
pinta de no saber una puta mierda de lo que hacía y me sonreí a mí mismo.
—Bien —les dije extendiendo una tarjeta—, éste
es mi número de teléfono. Cuando queráis hacerlo sólo tenéis que llamarme.
Me levanté y me fui. Francamente, pensaba
que no se iban a atrever. Pero aquí estoy, saludando a este imbécil que va a
dejar que me folle a su novia mientras él nos mira y se la machaca.
El piso no está mal. Está amueblado con
poco gusto y con mucho dinero. En el salón nos espera Laura, la novia de
Víctor. Su ropa no es nada sugerente y en la mesa hay preparadas unas copas
para los tres. Tienen dudas. Me quito la chaqueta y noto que se ponen
nerviosos. Empiezan a hablar atropelladamente, pisándose las frases el uno al
otro. Bla, bla, que si nos ha costado decidirnos, bla, bla, bla, que esperan
que me encuentre a gusto, y bla, bla, bla, bla. Un rollo interminable. ¿De dónde
coño han sacado la idea de que me interesa una mierda lo que dicen?
—Ven—, le digo a Laura, mientras
alargo mi mano para que la tome.
Ella mira a Víctor en busca de algún
comentario o quizás una señal de aprobación.
—¡Ven aquí!—, le digo un poco más
enérgicamente.
Ella obedece, se acerca a donde yo estoy y
se queda de pie sin saber qué hacer. Pongo mi mano sobre su estómago. La
mantengo un rato ahí, sin forzar nada. Al poco, ella se desabrocha el pantalón.
Y...¿sabéis? Creo que me saltaré esta parte. Baste decir que Laura se corrió
mirando a la cara a su novio mientras éste sollozaba desnudo con la polla más
pocha que una uva pasa. Pero creo que ya he dado demasiados detalles
innecesarios. Sí, demasiados. Al principio dije que contaría mi historia y eso
es justo lo que voy a hacer...
Eres bueno amigo, muy bueno http://www.youtube.com/watch?v=zrX8Rl5ak7Y
ResponderEliminar¡Tú! No, ¡tú! ¡tú! Venga, que me sacas los colores.
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