Johannes
Niemand no era un niño como los demás. Mientras los otros se pelaban las
rodillas jugando, Johannes pasaba su tiempo leyendo y dibujando. No entendía
por qué todo el mundo se empeñaba en decir que era callado, sus largas
conversaciones con autores de todo tipo lo dejaban exhausto. Un día alguien le
dijo: "Eres raro" y al transmitirlo con preocupación, sus padres y
amigos corroboraron: "Es que, eres raro", qué desilusión. Johannes
Niemand se educó en la creencia de que, o le sobraba o le faltaba algo, pero
sin darle más importancia, él siguió leyendo y dibujando. Fragatas, lianas y
héroes de acción ocupaban su mente mientras en clase todos atendían la lección.
En su tiempo libre Johannes experimentaba con el barro; quería crear al hombre,
o en su defecto, a algún personaje inventado. Escribía poesía; esa que, con
úlcera estomacal incluida, luego recitaba su tía. A Johannes le importaba poco
el mundo, por eso ni entendía de política ni sabía de la vida. En su mente sólo
se oía un rumor: "sigue a lo tuyo, que lo demás es ilusión". ¿Y qué
fue de Johannes os preguntaréis? Pues increíblemente y aunque parezca
contradicción, creció y sigue siendo un niño, ¡qué fastidio! A Johannes Niemand
le fue todo lo bien que pudo haberle ido, dicen que a veces escribe escritos.
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