Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 6 de abril de 2012

Los Escritos 28



“Siendo cónsules Presente, por segunda vez, y Claudiano, dieciséis días antes de las calendas de agosto, en Cartago, llevados al despacho oficial del procónsul Esperanto, Nartzalo, Citino, Donata, Segunda y Vestia, el procónsul les dijo:
—Podéis alcanzar perdón de nuestro señor, el emperador, con sólo que volváis a buen discurso.
—Nunca hicimos mal a nadie, ni cometido iniquidad sino que agradecemos el mal recibido.
El procónsul Saturnino dijo:
—También nosotros tenemos una religión sencilla. Juramos por nuestro señor, el emperador, cosa que también debéis hacer vosotros.
Esperanto dijo:
—Si quisieras prestarme tranquilamente oído, yo te explicaría el misterio de la sencillez.
Saturnino dijo:
—En esa iniciación que consiste en vilipendiar nuestra religión, yo no te puedo prestar oídos; más bien, jurad por el genio de nuestro señor, el emperador.
Esperanto dijo:
—Yo no reconozco el Imperio de ese mundo, sino que sirvo a aquel Dios a quien ningún hombre vio ni puede ver con estos ojos de carne. Por lo demás, yo no he hurtado jamás; si algún comercio ejerzo, pago puntualmente los impuestos pues conozco a mi señor, Rey de reyes y Emperador de todas la naciones.
El procónsul Saturnino dijo a los demás:
—Dejaos de semejante persuasión.
Esperanto dijo:
—Mala persuasión es la de cometer un homicidio y la de levantar un falso testimonio.
El procónsul Saturnino dijo:
—No queráis tener parte en esta locura.
Citino dijo:
—Nosotros no tenemos a quien temer, sino a nuestro Señor que está en los cielos.
Donata dijo:
—Nosotros tributamos honor al César como a César; mas temer, sólo tememos a Dios.
Vestia dijo:
—Soy cristiana.
Saturnino procónsul dijo a Esperanto:
—¿Sigues siendo cristiano?
Esperanto dijo:
—Soy cristiano.
Y todos lo repitieron a una con él.
El procónsul Saturnino dijo:
—¿No queréis un plazo para deliberar?
Esperanto dijo:
—En cosa tan justa, huelga toda deliberación.
El procónsul Saturnino dijo:
—¿Qué lleváis en esa caja?
Esperanto dijo:
—Unos libros y las cartas de Pablo, varón justo.
El procónsul Saturnino dijo:
—Os concedo un plazo de treinta días para que reflexionéis.
Esperanto dijo de nuevo:
—Soy cristiano.
Y todos asintieron con él.
El procónsul Saturnino leyó de la tablilla la sentencia:
—Esperanto, Nartzalo, Citinio, Donata, Vestia, Segunda y los demás que han declarado vivir conforme a la religión cristiana, puesto que habiéndoles ofrecido facultad de volver a la costumbre romana se han negado obstinadamente, sentencio que sean pasados a espada.
Esperanto dijo:
—Damos gracias a Dios.
Nartzalo dijo:
—Hoy estaremos como mártires en el cielo. ¡Gracias a Dios!
El procónsul Saturnino dio orden al Heraldo que pregonara:
—Esperanto, Nartzalo, Citinio, Veturio, Félix, Aquilino, Letancio, Jenaro, Generosa, Vestia, Donata, Segunda, están condenados al último suplicio.
Todos a una voz, dijeron:
—¡Gracias a Dios!
Y enseguida fueron degollados por el nombre de Cristo.”

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