Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 25 de mayo de 2012

Los Escritos 35



A veces creo escuchar una llamada atávica de un mundo ahora perdido que despierta de repente ante un viejo y conocido olor a hierba húmeda y a tierra seca. Es el olor de los campos de juego donde se fraguaron el espíritu y el carácter de nuestra generación, el olor de aquellos campos desaparecidos en el frenesí de nuestro tiempo y de los que ya no queda nada, excepto nosotros y las sonrisas de nuestros corazones.

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