Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

sábado, 9 de junio de 2012

Los Escritos 37




Hace poco me topé con un viejo amigo por la calle y decidimos ir a tomar un café para ponernos al día. Le conté que estaba trabajando y que dibujaba en mis ratos libres, como siempre; que me habían publicado en alguna revista y que tenía éste o aquél proyecto. Cuando llegó su turno me comentó que todo parecía estar mal en su vida. No tenía trabajo, ni dinero, su relación de pareja se resentía y su vocación, que siempre había sido la de escribir ya no le interesaba porque tenía demasiados problemas de los que ocuparse. En ese momento, saqué un billete de 50 Euros de mi cartera y lo puse sobre la mesa.
—¿Lo quieres? —le pregunté.
Me miró algo confundido, pero se repuso enseguida y me dijo:
—Si me los das, te los acepto. Ya te he dicho que estoy necesitado de dinero.
Yo cogí el billete, lo arrugué todo lo que pude y le volví a preguntar:
—¿Lo quieres ahora?
Me volvió a mirar algo confundido y al fin dijo:
—Para mí sigue valiendo lo mismo.
Tiré el billete arrugado al suelo y lo pisé con fuerza. Lo recogí, algo más sucio y le volví a preguntar:
—¿Y ahora, lo quieres?
Mi amigo me miró casi desafiante y me dijo gravemente:
—Mientras no lo rompas, claro que lo quiero.
—Debes saber —le dije yo,— que a veces las cosas no salen como quieres, y aunque la vida te arrugue y te pisotee, tú sigues siendo tan valioso como siempre. Y siempre será así... a no ser que te rompas.

1 comentario:

  1. Una bonita historia... típica de los libros de "aprende a quererte", jajaja.

    Un abrazo,

    Víctor Gonz.

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