Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Los Escritos 59

 


Intento hacerle el amor a una mujer mientras mis piernas se arrebujan entre las sábanas y juegan con su ropa interior. Sus muslos están llenos. Su pecho es generoso. Y la piel de su espalda es gruesa y firme. Aquí todo resulta cálido y con un cierto sabor a salitre. Como gigantes carentes de secretos, avanzamos desnudos hacia lo alto, con el peligro de ser golpeados por el rayo. Las rápidas imágenes del futuro se derriten como las alas de Ícaro al contacto con el sol. Y al fin despierto cuando el carmín desaparece entre besos y caigo en la cuenta de que los labios rojos no son tan rojos y la alegría, con la mano siempre en su boca, me dice adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario