Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 4 de enero de 2013

Los Escritos 60




Cuando era más joven a menudo pensaba en la vida. Mi infancia era el recuerdo de una casa con despensa, cenadores rústicos, patios infinitos y llaves en los roperos. La existencia tenía extraños límites y lo que es más extraño: una cierta tendencia retráctil. Las historias siempre se contaban en pasado y siempre tenía la sensación de que algo sordo perduraba a lo lejos, más allá donde el mundo continuaba con senderos de tierra y campos de fuego. La vida me rodea, como en aquellos años ya perdidos, con el mismo esplendor de un mundo eterno. Y en cambio ya sólo me queda esta costumbre de calor en mi pecho cuando escribo algo que se parece a aquello.

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