J.
se alejó calle abajo. No era el J. que yo recordaba, tan calmado y críptico.
Era más bien una especie de nuevo J. a caballo entre lo que había sido y su
recientemente adquirido carácter que insuflaba sinceridad desbordante a todo
cuanto hacía o decía. Le había dado por hacer ejercicio, ¡a él!, que en su vida
había movido un dedo. Estaba estupendo. Parecía haber rejuvenecido. Era más
alegre y seductor. Posé mi mano sobre la suya un instante con la excusa del
frío que nos azotaba para sentir el tacto de su piel. Me subió un rubor hasta
que se me erizó el pelo. No me había ocurrido nunca. No me creía llamada a
tales experiencias, por eso me pilló de improviso. Mis sentimientos despertaban
hacia una persona que no era mi marido. Estaba aterrada. ¿Y si no pudiera
resistirlo? Si al final, así sin más, en medio de cualquier estúpida
conversación le dijera lo que sentía, ¿qué pasaría?...
El encuentro entre ella y J me ha llenado de intriga. ¿Qué sucederá? ¿Habrá una continuación en el próximo Escrito Irregular?
ResponderEliminarMe temo que no, aunque alguna vez he pensado en continuar con algún escrito. Pero la naturaleza errática de estas letras me hacen pasar a otras cosas y no continuar con ninguno. Lo prefiero así. Un saludo Arcadio.
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