Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 5 de octubre de 2012

Los Escritos 49






Ben-Belay daba al público especulaciones extravagantes y ridículas. Historia de lo futuro. Productos cultivados como la obra de Musa; locuciones sobre materias poco respetables; pronósticos de zumbas; párrafos de pasatiempos frívolos. "Ésta es la retórica con que millones de personas se expresan a través de un método común", decía: "la verdadera ciencia es la que se emplea en la artillería". Y su propia satisfacción al decir estas cosas rezumaba como un incensario. "Todos los jóvenes tienen una misma voluntad" continuaba luego, "la de levantarse y caminar. Pero antes de hacerlo se olvidan de mirar hacia arriba. Sólo cuando se han golpeado y maldicen caen en la cuenta que sobre sus cabezas pendía un gran techo maderado que impedía que estos realizaran su voluntad, la de levantarse y caminar." Ben-Belay hablaba sobre la fortuna, sobre la vida, sobre el papel que un reinado había tenido en las generaciones siguientes y luego se echaba a reir: "Mi afición es la poesía" gritaba estrepitosamente, "todo el mundo sabe que la poesía es la piedra de toque del buen gusto de una nación o de un siglo." Ben-Belay hablaba para un gran público que parecía escuchar como hipnotizado, pero curiosamente, Ben-Belay siempre caminaba solo.

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