Incluso el hombre más sabio sólo sostiene una vela en pleno sol.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Los Escritos 8



Primero le canté aquella canción sobre el capitán que no estaba herido. Después le ordené que se arrodillara y lamiera el pene de aquel tipo. Dudó un instante antes de hacerlo, pero cuando se la llevó a la boca ya todo le dio igual. Se corrió allí mismo mientras él se la metía por detrás. En el coche, de vuelta a casa, me dijo que había sido cosa de la droga. Yo no la creí.

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